Por Daysi Rendo Gadea y Gustavo Abu Arab
Periodistas del Primer Curso de Capacitación de APeRA en la Cuestión Malvinas
“Generar reglas para luego romperlas”, la clásica conducta británica en su política exterior, que generó esta investigación sobre la base militar más grande de la OTAN en el Atlántico Sur, ubicada en la isla Soledad de Malvinas.
Inaugurada en mayo de 1985, la base de Monte Agradable, a 50 kilómetros de Puerto Argentino, contó con la presencia del príncipe Andrés de York.
Fue tres años después del conflicto bélico en terrenos que no facilitaron para nada su emplazamiento y crecimiento.
Hoy tiene 8 kilómetros cuadrados y la pista de aterrizaje es de las más grandes de la región.
Cuenta con varios edificios de importante tamaño y se observan también instalaciones subterráneas y viviendas para el personal.
El despliegue que se advierte desmiente el número de mil efectivos en el lugar, cómo informa a la prensa el comandante de las fuerzas ocupantes Jonathan Lett, asumido el 20 noviembre de 2020.
Con una pista auxiliar agregada, ha sido incluida la base OTAN también cómo aeropuerto de pasajeros por la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) siglas en inglés.
La base está en condiciones operativas de recibir vuelos turísticos en este caso en espacios militares dónde está prohibido todo registro fílmico o fotográfico.
Mientras tanto, progresa la construcción a pocos kilómetros sobre la costa insular en bahía Yegua de otra unidad, en este caso naval.
para amarre de todo tipo de embarcaciones en conexión con el Complejo Monte Agradable
Esta infraestructura es un componente de alcance global junto al aeropuerto de Puerto Argentino.
Por eso, los cambios realizados en los últimos años por el gobierno del Reino Unido transforman las islas Malvinas en un estratégico punto de control y vigilancia. Esa situación, ante cualquier cambio geoestratégico o político global del mundo, se torna inquietante.
El poder británico aprovecha su posicionamiento en el el Atlántico Sur de diversas formas agregando capacidades de ataque y defensa, que es lo que se pretende visibilizar, ya que conllevan violaciones a la zona de paz que establecen claramente los tratados americanos para el Atlántico Sur.
Los organismos bilaterales de la comunidad internacional y en especial los gobiernos de los países que conforman el área de aguas jurisdiccionales comunes sobre este territorio marino deberán expedirse sobre la cuestión.
Además, últimametne, la agresiva política exterior británica afecta adrede la solidaridad latinoamericana por Malvinas.
El Reino Unido pide y logra ventajas para su logística militar para llegar a Malvinas en desmedro de posiciones anticoloniales de todos los países de la región, que expresan y apoyan siempre la condena a la intransigencia británica de no sentarse a negociar para poner el fin a la usurpación y se logre la plena recuperación del ejercicio de los soberanos derechos argentinos en las islas.
Esto se registra con las polémicas posiciones adoptadas por el gobierno de Brasil que van de la solidaridad con Argentina por Malvinas en los foros internacionales, a luego aceptar los pedidos de sobrevuelo de su espacio aéreo como de amarre en sus puertos a las unidades militares por presión de la embajada anglosajona.
También, el apoyo incondicional que ofrece Chile desde su zona más austral en todo tipo de circunstancias. Inclusive en la organización de los planes de los vuelos comerciales desde ese país hacia las Islas o Uruguay por ejemplo manteniendo cercanías en actividades económicas comunes
La situación colonial que se mantiene en Malvinas es motivo de condena y repudio mundial. Las compras de armas de última generación mantienen el ritmo de esta escalada que crece y se mantiene mientras corren tiempos de guerra en Europa.
Hoy el mercado de venta de armas a nivel global acompaña esta escalada ya que este tipo de armas significa negociar con varios países para obtener todos los componentes de las mismas
Es urgente y necesario alertar una vez más y fuertemente sobre la prepotencia de las armas. Y así evitar la posible aparición del repudiable “derecho de conquista” de los británicos que intentan imponer con la presencia material de su base en Monte Agradable
Este arsenal estratégico instalado en Malvinas demuestra inobjetablemente las pretensiones del gobierno inglés por la proyección territorial de Malvinas hacía la Antártida, adonde siete países reivindican soberanía real, asunto que deberá definirse y reglamentarse en un futuro próximo cuando venza el Tratado Antártico, firmado en 1959, en los Estados Unidos.
Todo el tiempo desde Malvinas están en funcionamiento redes de espionaje tecnológico para la guerra electrónica y sistemas de armas apuntando al continente y el océano. Decenas de científicos conviven allí con varias unidades militares creadas en los últimos tiempos específicamente para operar desde Malvinas detalle que aumenta el nivel y complejidad de la base instalada.
Son unidades de despliegue rápido táctico que dependen de estructuras de comando de la alianza militar intergubernamental llamada OTAN, pero en el Atlántico Sur con jurisdicción desde la Isla Ascensión hasta la Antártida. Cuentan con apoyo logístico directo clave desde la base de la Real Fuerza Aérea -RAF – Brize- Norton, a 50 kilómetros de la capital del imperio británico.
Cuando se menciona armas de última generación se advierte sobre el recientemente instalado sistema de misiles de ataque y defensa Sky Sabre luego de 4 años de trabajo. En reemplazo del antiguo misil tierra – aire Rapier utilizado durante la guerra del ’82
La información en relación con los vuelos entre la base Brize-Norton y islas Malvinas señala:
Desde principios de 2020 hasta la fecha una investigación de periodistas de APeRA especializados en la Cuestión Malvinas ha comprobado día a día cómo se mantienen y crecen los vuelos a la base aeronaval de Monte Agradable -ida y vuelta-, ya narrados en una nota anterior.
Utilizando mayormente dos aeronaves de gran porte como son el Airbus A330 MRTT para transporte militar y civil y también cisterna multipropósito junto al Airbus A400M avión de transporte militar de largo alcance denominado Grizzly (subespecie del oso pardo más grande del planeta) es enorme la cantidad de elementos y cargas que este puente aéreo que ellos llaman Air Tanker (cómo una línea de aviación, pero militar que realiza transportes de personal y despacho de envíos)
Vuelos que en algunos casos hacen escala en Dakar, Senegal o en el aeropuerto de Espargos en la isla de Cabo Verde también en Rio de Janeiro, Brasil.
País que su presidente Jair Bolsonaro ha sostenido que no impedirá “la escala técnica de apoyo y reabastecimiento a barcos y aviones que soliciten ingresar a su territorio”.
Todos estos datos se observan continuamente en los sitios on line de seguimiento satelital a nivel mundial. Transportando preferentemente pasajeros -dicen- las ilegales autoridades de las usurpadas islas.
Dato que genera la pregunta si tiene sentido común que durante tanto tiempo y con estas frecuencias de arribos pueda existir tamaño puente aéreo para una población trasplantada de casi 3500 habitantes y de aproximadamente 3000 efectivos militares.
Las recientes maniobras denunciadas por el gobierno argentino fueron realizadas bajo el pretexto de “defenderse” ante una amenaza externa y superior.
Estas maniobras mostraron repetidas veces la aproximación y sobrevuelos en 360 grados de sus aviones en la aproximación a objetivos que llaman poderosamente la atención, situación que se viene constatando hace meses.
Resulta sumamente sospechoso esas formas en la operación de estos vuelos.
Cuando están próximos a aterrizar en la pista de la base de Monte Agradable realizan este tipo de maniobra durante un determinado tiempo.
Justamente una noticia internacional dada a conocer recientemente se suma a todo lo expuesto.
Hace pocos días la desclasificación de material secreto por parte del sitio web sobre política exterior – Reino Unido Desclasificado- (Uk Desclassified) caratulado “Atómico de alto Secreto” dio aún más entidad a la sospecha argentina sobre la llegada de material nuclear al Atlántico Sur durante la guerra en las islas Malvinas.
Se trata de un acta del Ministerio de Defensa británico del 6 de abril de 1982 mencionando la existencia de 31 armas nucleares (cargas de profundidad) transportadas a la zona bélica por buques de guerra.
Dando a entender y aclarando este mensaje confidencial los riesgos que corre el Reino Unido “ante cualquier filtración de esta información clasificada y además expresa el miedo por el enorme daño ecológico que pudieran ocasionar esas bombas de profundidad nucleares
40 años después Argentina denuncia esta actitud militar británica que mantiene y actualiza continuamente su despliegue operacional que incluyó hasta la fecha más de 250 vuelos – con escalas – Brize – Norton hasta la base de Monte Agradable.
Estos continuos movimientos militares se suceden desde hace dos años y cuatro meses. Y significan sin dudas la realización de una campaña sin precedentes y de largo alcance.
La utilización de tamañas fuerzas para el logro de un objetivo en Malvinas se podría definir en la práctica como si se tratara de una guerra de potencias mundiales de alta intensidad.
Esto nos da la idea de la importancia política y el altísimo gasto militar que viene haciendo el gobierno británico en las islas Malvinas.
Queda planteada la inquietante duda de “si se está manejando y o manipulando materiales sensibles” en la mayoría de esos vuelos.
En Madrid durante febrero de 1990 Argentina buscó establecer ” reglas de juego” para avanzar en la obtención de la soberanía plena en su territorio de ultramar.
Esa negociación generó acuerdos entre ambas Cancillerías con medidas claras, específicas y rigurosas sobre la “confianza mutua” en lo militar y en otros aspectos, estableciendo un sistema de consultas asiduas entre las autoridades militares designadas a tal efecto para el conocimiento recíproco de todas las actividades en cielo, mar y tierra que cada país realizara.
Luego de décadas de imponer condiciones unilateralmente, el Reino Unido hace caso omiso a los reclamos del mundo civilizado, en sucesivas resoluciones de las Naciones Unidas. Por el contrario, instala y aumenta cada vez más desafiante su condición de usurpador en el Atlántico Sur.
Por eso, se vuelve siempre al punto de partida y, siempre, se hace presente la máxima de la política exterior del imperio: “Nosotros acordamos las reglas y las rompemos cuándo nos conviene”.